Estamos llamados a cambiar: con el cónyuge, con los hijos y con las personas con las que interactuamos diariamente. En nuestras fuerzas no es posible, sino con el poder de Dios. Descubra cómo.
Fernando Alexis Jiménez | Editor de la Revista Vida Familiar | @VidaFamiliarCo
Los seres humanos obramos movidos por la conciencia. Y la conciencia se moldea y afirma a partir de principios y valores. O, de antivalores. De ahí que cimientos sólidos, nos permiten experimentar cambios duraderos.
El catedrático y antropólogo norteamericano, Donald Brown, consideraba que hay por lo menos 400 comportamientos comunes en todas las personas. Entre ellos, expresar emociones, el temor o, quizá la ansiedad.
Creía que todas las culturas tienen conceptos de lo correcto e incorrecto y del valor de las promesas. En esencia, todos tenemos una conciencia, sin importar de dónde seamos.
Es hora de cambiar
Nuestra forma de pensar y actuar puede cambiar. Nos permite crecer y ejercer una influencia positiva en todas las personas, comenzando con nuestra familia.
Por supuesto, quien transforma nuestra conciencia es Dios. Él nos permite avanzar paso a paso.
En la Palabra de Dios leemos:
“Estos muestran que llevan escrito en el corazón lo que la ley exige, como lo atestigua su conciencia, pues sus propios pensamientos algunas veces los acusan y otras veces los excusan.” (Romanos 12: 15 | NVI)
Está claro que, en nuestras fuerzas, no es fácil que se produzca una transformación. Solo alcanzamos ese nivel de crecimiento permanente cuando reconocemos que hemos fallado, nos rendimos a Dios y permitimos que obre en nuestro ser interior.
Todos podemos avanzar hacia nuevos niveles, en nuestra forma de pensar y actuar. Impactaremos positivamente a los miembros de la familia y aquellas personas con las que interactuamos diariamente.
Hoy es el día para comenzar. Acójase a la Gracia de Dios. Es por Su divina gracia que Jesús el Señor murió en la cruz para llevar nuestros pecados y asegurarnos, el perdón y la vida eterna. Decídase hoy por Jesucristo.
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