¿Alguna vez pensó con quien se casaría?


El flechazo del enamoramiento llega cuando menos lo esperamos. El problema es que, a veces, terminamos comprometidos con quien menos debiéramos. Obedecemos al corazón y no a la razón.


Fernando Alexis Jiménez | Editor de la Revista Vida Familiar | @VidaFamiliarCo


¿Alguna vez imaginó con quién se casaría? ¿Acaso ya tenía previsto quién estaría a su lado para toda la vida? ¿Considera que es algo espontáneo? Por cierto, que no. Como es algo que está fuera del alcance de nuestras manos, es importante que le pidamos orientación a Dios antes de dar ese paso.

La historia es real. Era noviembre de 1997 y Dina Honour organizaba por primera vez una cena de Acción de Gracias. Tenía 27 años. Había invitado a un grupo de amigos neoyorquinos que, como ella, habían decidido quedarse en la ciudad durante las vacaciones. La culminación de un año particularmente difícil.

Tras romper con una relación tóxica, lo que menos esperaba era comprometerse de nuevo.

Fue entonces cuando entró en escena Richard Steggall, un británico de 25 años que estaba de vacaciones en Nueva York. Como se trataba del día de Acción de Gracias, la mayoría de los restaurantes estarían cerrados. Por esa razón terminó yendo a aquella cena, sin ser invitado. Simplemente atendiendo la recomendación de un amigo.

La joven lo recibió. No pudo ocultar su desagrado. Él, sin embargo, pasó por alto el asunto y, en esa reunión, se conocieron después de charlar un buen rato. Fue el comienzo de un romance muy singular y, también, de un matrimonio que lleva varias décadas.

El flechazo del enamoramiento llega cuando menos lo esperamos. El problema es que, a veces, terminamos comprometidos con quien menos debiéramos. Obedecemos al corazón y no a la razón.

UN COMPROMISO SERIO

Contraer nupcias es algo serio. Y debemos mirarlo como tal, atendiendo lo que dicen las Escrituras:

«Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.» (Génesis 2: 24 | RV 60)

El Señor Jesús enseñó, a su turno:

«Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.» (Mateo 19:6 | RV 60)

El matrimonio no es para unos días, unos meses o unos cuantos años. Es para toda la vida. Por ese motivo, pídale a Dios orientación sobre la persona con quien debe casarse, en el tiempo oportuno.

Si ya contrajo matrimonio, pídale a Dios que le conceda sabiduría. Que sea Él quien lo guíe en su relación conyugal y en con los hijos.

Si aún no ha recibido a Jesucristo como su Señor y Salvador, hoy es el día para que tome esa decisión. Permita que el Señor Reine en su vida y en su hogar.


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