La Gracia de Dios es una y para siempre. Eso está claro y no abre espacios para la discusión. O que es evidente, es que crecemos en el grado de comprensión y apropiación de la Gracia. Tiene asidero bíblico.
Fernando Alexis Jiménez | Editor de la Revista Vida Familiar | @VidaFamiliarCo
Escuchar sobre la Gracia de Dios resulta incomprensible en una sociedad donde prima la religiosidad y el evangelio, bien sea enfocado a la condenación o a la prosperidad, que toma tanta fuerza.
Un segundo aspecto lo constituye comprender la Gracia y apropiarnos de ella, dejando de lado las obras muertas de la carne y los buenos propósitos, que no lleva a otra cosa que la frustración cuando, por alguna circunstancia, fallamos.
De la mano con este momento de nuestra vida cristiana, otro más complejo, sin que por ello deje de ser real: nuestro crecimiento en el conocimiento de la Gracia.
SÍ ES POSIBLE CRECER EN LA GRACIA
La Gracia de Dios es una y para siempre. Eso está claro y no abre espacios para la discusión. O que es evidente, es que crecemos en el grado de comprensión y apropiación de la Gracia. Tiene asidero bíblico. Permítanos mostrárselo en la primera carta del apóstol Juan:
«Les escribo a ustedes, queridos hijos, porque sus pecados han sido perdonados por el nombre de Cristo. Les escribo a ustedes, padres, porque han conocido al que es desde el principio. Les escribo a ustedes, jóvenes, porque han vencido al maligno. Les he escrito a ustedes, queridos hijos, porque han conocido al Padre. Les he escrito a ustedes, padres, porque han conocido al que es desde el principio. Les he escrito a ustedes, jóvenes, porque son fuertes, y la palabra de Dios permanece en ustedes, y han vencido al maligno.» (1 Juan 2: 12-14 | NVI)
Le animamos cuidadosamente el pasaje Escritural y descubrir los tres niveles sobre los que vamos a ser precisos a continuación:
3 NIVELES DE CONOCIMIENTO DE LA GRACIA
El apóstol Juan escribe a creyentes que tenían una aproximación al Evangelio de Jesucristo y que, además, experimentaban crecimiento en su vida de fe.
El nivel de los niños pequeños. Tiene dos características de acuerdo con el texto: se trata de creyentes que tienen claridad acerca del perdón de sus pecados, fruto de la obra redentora de Jesús el Señor, y la necesidad de desarrollar una relación con el Padre celestial.
Los jóvenes en la gracia. Les asisten tres distintivos: son fuertes en convicciones, la palabra de Dios mora en sus corazones y han vencido al adversario, Satanás. Han avanzado, sin duda.
Los padres o personas maduras en la gracia. Su nivel de crecimiento les ha llevado a tener conocimiento de Dios, manifestado en tres direcciones: conocer Su poder, Sus atributos y mantienen comunión con Él.
Un pasaje sencillo, pero revelador que debe alentarnos. Puede que apenas estemos conociendo alrededor de la gracia de Dios. A esto se suma algo maravilloso: crecer en ese conocimiento que está íntimamente ligado a caminar tomados de la mano del Padre.
SER TOLERANTES Y COMPRENSIVOS
El teólogo estadounidense, Dan Stone, advierte sobre la necesidad de ser comprensivos y tolerantes con aquellos hermanos que han comenzado a crecer en el conocimiento de Dios, partiendo de una base esencial: Su Gracia.
“Como padres, es decir, personas maduras, debemos ser comprensivos y compasivos con aquellos que son niños en la fe y la gracia. Debemos ser conscientes que no llegamos aquí en un abrir y cerrar de ojos. El Espíritu nos enseñó a través de cada nuevo paso, importante y necesario. Ahora vivimos en la esfera del Espíritu con capacidad de discernir espiritualmente. Dios nos invita a llegar a la etapa del Padre. Es una etapa de vivir por fe y no por vista.”
Tenga siempre presente que estamos viviendo el proceso de crecer. No lo sabemos todo, cada día estamos aprendiendo.
HUMILDAD EN EL PROCESO DE CRECIMIENTO
El apóstol Pablo tenía muy claro que el crecimiento en la Gracia de Dios, es decir, en comprender lo que significa, que no es algo que se produce de la noche a la mañana. Por ese motivo, no podemos ser sobradores, ni pontificar, como si ya lo supiéramos todo.
Escribiendo a los cristianos de Corinto, anota los siguiente:
«Dondequiera que vamos, siempre llevamos en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que también su vida se manifieste en nuestro cuerpo. Pues a nosotros, los que vivimos, siempre se nos entrega a la muerte por causa de Jesús, para que también su vida se manifieste en nuestro cuerpo mortal. Así que la muerte actúa en nosotros, y en ustedes la vida. Escrito está: «Creí, y por eso hablé». Con ese mismo espíritu de fe también nosotros creemos, y por eso hablamos.» (2 Corintios 4:10-13 | NVI)
Igual usted y yo. Si hay algo maravilloso, es que dependamos de Dios en todo momento y, con humildad y sencillez, vivamos el proceso de crecimiento. La altivez de nada sirve. Por el contrario, se convierte en un obstáculo para crecer espiritualmente en la relación con el Señor.
Si por alguna razón apenas está conociendo acerca de la gracia, le animamos a profundizar en las Escrituras, acompañando su estudio con oración y petición al Espíritu Santo para que le ilumine en cada nuevo paso.
Si a algo fuimos llamados, fue a cambiar y crecer, dejando de lado la religiosidad. Hoy es el día para dar ese paso, de apropiarnos de la Gracia, recibir perdón de pecados y emprender una nueva vida.
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